El físico Melvin Vopson, profesor en la Universidad de Portsmouth, propone una idea intrigante: ¿Vivimos en una simulación? Su hipótesis, conocida como la «teoría de la simulación», sugiere que todo el universo podría ser parte de un sofisticado programa informático. Esta teoría se ha debatido durante años, pero Vopson ofrece un enfoque único al relacionarla con textos religiosos, específicamente con la Biblia.
Vopson apunta a un versículo en el Evangelio de Juan, que dice: «En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios». Según el científico, este versículo podría ocultar un mensaje clave: que «la Palabra» se refiere al código que rige la simulación en la que vivimos. Para Vopson, este código no solo regula las reglas de la creación, sino que también representa a Dios, quien estaría integrado en la propia simulación, y no separado de ella como tradicionalmente se piensa.
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La Biblia como clave de la simulación

La idea de que vivimos en una simulación no es nueva, pero la propuesta de que la Biblia pueda contener pistas sobre ello sí lo es. Según Vopson, el lenguaje que se utiliza en el Evangelio de Juan tiene «un profundo significado teológico», pero también puede tener «implicaciones intrigantes» cuando se considera en el contexto de un universo simulado. La frase «la Palabra era Dios» podría significar que Dios no está separado de la simulación, sino que es parte de ella, como el código subyacente que gobierna la realidad.
Esta interpretación de Vopson también sugiere que el acto de la creación descrito en la Biblia podría ser comparable a la creación de un programa de computadora. En su opinión, la «Palabra» es el código que establece las leyes del universo, y Dios sería tanto el creador como parte de este sistema, controlando y definiendo la simulación.

Evidencias en las leyes de la física

Vopson destaca que varias características del universo parecen alinearse con la teoría de la simulación. Por ejemplo, las limitaciones en la velocidad de la luz y del sonido podrían ser el equivalente a los límites de procesamiento de una computadora. Además, las leyes de la física que gobiernan todo lo que conocemos son consistentes, algo que en el mundo de la informática es común cuando se utilizan códigos para controlar sistemas complejos.
El científico también subraya que las partículas elementales que forman la materia podrían compararse con «píxeles» en una pantalla. Estos constituyentes básicos del universo son equivalentes a las unidades de información en una simulación informática. Asimismo, la simetría presente en la naturaleza —como en flores, copos de nieve o mariposas— podría ser una forma de ahorrar recursos de procesamiento, lo que refuerza aún más la idea de que el universo es un entorno virtual.

Un creador programador

El concepto de un «creador» que establece las reglas de una simulación es, para Vopson, una posible explicación de cómo podría haber surgido el universo. La creación del universo en seis días, como se describe en la Biblia, podría entenderse en términos de la construcción de una realidad simulada, algo que, como apunta Vopson, es totalmente factible desde una perspectiva informática.
Vopson reconoce que esta idea puede sonar controversial para algunos, especialmente desde un punto de vista teológico. Sin embargo, él cree que la hipótesis de la simulación no necesariamente se opone a las creencias religiosas tradicionales. De hecho, sostiene que la creencia en un creador todopoderoso y la teoría del universo simulado pueden coexistir en armonía, y que ambas perspectivas podrían complementarse en lugar de contradecirse.

Apoyo de figuras importantes

La teoría de que vivimos en una simulación ha ganado el apoyo de varios nombres prominentes en el ámbito científico y tecnológico. Uno de los más conocidos es Elon Musk, quien en una conferencia de 2016 dijo que las probabilidades de que estemos en una «realidad base» —es decir, el universo real en lugar de una simulación— son «de una en miles de millones». Musk sugiere que, dado el rápido avance de la inteligencia artificial y la tecnología, es posible que civilizaciones anteriores hayan creado simulaciones tan realistas que ahora estemos viviendo en una de ellas.
Neil deGrasse Tyson, astrofísico estadounidense, también ha considerado esta posibilidad. Él estima que hay al menos un 50% de probabilidad de que nuestra realidad sea una simulación. Esta idea se relaciona con el concepto de «realidades dentro de realidades», algo explorado en películas como «Origen» y «Matrix», donde las personas habitan en niveles de simulaciones sin ser conscientes de ello.

¿Una realidad programada?

La teoría de la simulación también aborda la cuestión de por qué ciertas reglas físicas parecen inmutables. Vopson destaca que las leyes del universo podrían estar determinadas por los límites del código subyacente, similar a cómo un programa de computadora tiene reglas que no se pueden sobrepasar. Si el universo es una simulación, entonces esas leyes serían los parámetros programados por el creador.
Además, el profesor señala que la existencia de «errores» en el universo, como anomalías cuánticas o fenómenos inexplicables, podrían ser defectos en el código de la simulación, similares a los «bugs» que se encuentran en los programas de software.

Un enfoque teológico

Lejos de ser una amenaza para la fe, Vopson argumenta que la idea de que vivimos en una simulación puede reforzar las creencias religiosas. Sugiere que el acto de creación descrito en la Biblia es un reflejo de un proceso divino de programación. En lugar de ver a Dios como una figura separada de la creación, la teoría sugiere que Dios está intrínsecamente ligado a ella a través del código que lo gobierna todo. Según Vopson, esto podría explicar cómo Dios creó el universo de manera tan rápida, algo que a menudo ha sido difícil de comprender desde una perspectiva científica.
En su nuevo libro, «Reality Reloaded: The Scientific Case for a Simulated Universe», Vopson expone en detalle sus teorías y las conexiones entre ciencia, religión y la simulación. Aunque admite que esta teoría es especulativa, cree que es una «observación extraordinaria que merece atención».

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